Hace unos días… (¿O semanas?), mientras caminábamos con el pastor hacia la plaza, le comenté que había hecho algunas correlaciones metafísicas. Se detuvo y, volviéndose, me estudió con esa mirada oscura y profunda. Temí lo peor pero, sin más, enderezó la cabeza y siguió adelante.
Al llegar a la plaza, buscamos un banco tranquilo y a la sombra -todavía apretaba el calor-. Al sentarme, noté que dudaba. Quise arrepentirme de mis apresuradas palabras pero, después de varias vueltas y vacilaciones, se sentó a mi lado. Sentí que con ello me daba permiso y seguí: —He hecho algunas reflexiones y para que se entiendan mejor, les he dado forma de parábola—. Me detuve para esperar su reacción. Solo miraba al frente abstraído, así que retomé: —Pueden servir para guiar a alguna oveja extraviada, la llamé “La parábola del río” y dice así:
“Las corrientes se forman de distintas maneras. Algunas como el arroyo, son solo un hilo de agua que juega en la alta montaña y, con apuro, alisa las piedras de su lecho. Hay veces que encuentra con sorpresa un curso diferente, ese que en lugar de agua rápida es lento meandro de llanura. Ambos se reconocen y entre aguas veloces e inundaciones se formará un río.
A veces tendrá un fluir tranquilo y otras se encrespará con olas inquietas, pero atravesará todo lo que se interponga en su camino hacia el mar. Recorrerá distintas regiones: tupidas selvas, herbosas planicies y enajenadas ciudades.
El río es más sabio que el hombre, no se seca a medida que pasa. Cuando por fin se derrama en el mar sabe que solo sigue su camino. No desaparece sino que, junto a otras incontables gotas, ha crecido a océano infinito. No se deja engañar por la ilusión del tiempo. Él se sabe arroyo y meandro y a la vez: río, mar y océano. En cada momento sabe que no es sucesivo sino simultáneo.
Ese paradójico fluir y ser todo a la vez, es el ejemplo que pueden tomar las almas que vacilan. Ver más allá de sus cauces, ver que las montañas o el meandro no fueron principio y que el mar no es final. Sacudirse de la mente la mentira del reloj y entonces, en una calma como ninguna, comprender apenas que siempre fueron, que siempre son y que siempre serán. Y entender sin entender también, que son más que el río. Que con él comparten la limitación de la materia pero que, si para el río es definitiva, para el alma es un mero instante de su eternidad.”
—Se entiende la relación ¿No? — pregunté entre temeroso y avergonzado. Él debe haberlo advertido y con dos estruendosos ladridos se echó a jugar sobre mí — ¡Nerón! ¡Basta!, aunque seas pastor alemán o perro policía no se te puede dar confianza. Vamos, volvamos a casa. No sabés apreciar a un libre pensador.
Carlos Caro
Paraná, 2 de mayo de 2014
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Veo que efectivamente compartimos una eternidad parecida.
Quizá sea cierta la sabiduría del río por no enfrentarla, quizá de ahí nuestra tragedia. Quién sabe…
Inteligente y hermosa manera de narrar.
Un saludo
Gracias Vasia, sé que te ha costado y por ello es mas valiosa. Sin embargo, donde tu ves tragedia yo veo la buena nueva. Un abrazo
Los ríos… ya lo dijo Jorge Manrique: nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir… También lo dijo Bruce Lee: Be water!.
Dos o tres besos, Carlos.
P.D: sigo pensando que la filosofía en boca del perro habría sido mucho más sorpresiva y provechosa 😉
Tendré que hacer una parábola especialmente para ti. jajaja Un beso
Soy un perro y no entiendo a mi dueño, ahora se cree un río de lo más complejo. Es más fácil ser can: correr, dormir, salir a pasear y sin más aspiración que vivir tranquilo, con un hueso cerca y una mano que me acaricie la cabeza. Tanta agua me ha dado sed.
Lavanda te ha puesto deberes y ahora yo te pongo otros: intenta escribir la historia en forma de cuento al estilo de Coelho.
Muchos besos: Sol.
Nooo…, Coelho no. Prefiero ladrarlo jajaja. Un beso
Sabias palabras que seguro que el buen Nerón supo apreciar.
No estoy muy seguro de ello Ana, era la hora de su comida jajaja. Gracias, un beso.
Me he sentido identificado. No soy el único loco del lugar…jajaja
Yo también hablo y comparto reflexiones con mi perra, en ocasiones ante las asustadas miradas de la gente.
Un abrazo
Oscar, no te preocupes. La locura es un subproducto del escribir. Un abrazo.